martes, 26 de octubre de 2010

Bolivia ofrece a las petroleras más de 1,5 millones de hectáreas en áreas protegidas y territorios indígenas

El gobierno de Evo Morales amplió de 33 a 56 el número de áreas de exploración y explotación de hidrocarburos concedidas a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), varias de ellas ubicadas al interior del parque nacional Madidi, en el territorio indígena Isiboro Sécure y en las áreas de manejo integrado Aguaragüe e Iñao. El Decreto Supremo 0676 aprobado el 20 de octubre de este año aumenta a 56 las áreas otorgadas, concedidas y adjudicadas a YPFB en zonas tradicionales y no tradicionales para tareas de exploración y explotación de hidrocarburos.“Es necesario incrementarlas (las áreas de concesión) en función a la existencia de estructuras prospectables y la gran cantidad de información que se cuenta en cada una de las áreas seleccionadas”, justifica el decreto.Las áreas reservadas para YPFB son Madre de Dios, Río Beni, Madidi, Secure zona 19, Secure zona 20, Cedro, Almendro, Azero, Carohuaicho, Iñau, Sauce Mayu, Itacaray, Huacareta, Tiacia, Aguarague Sur A, Aguarague Sur B, Aguarague centro, Aguarague Norte, Iñiguazu, San Telmo, Coipasa, Corregidores, Buena Vista, Camatindi, Sanandita, Astillero, Sunchal, Sayurenda, Villamontes, Isipote, Carandaiti, Boyuibe, Yoai, Cupecito, Chispani, Lliquimuni, Chepite, Isarsama, Manco Kapac, San Miguel, Florida, El Dorado Oeste, Arenales, Taputá, Ovai, Algarrobilla, Uchan, Casira, La Ceiba, Capiguazuti, Río Salado, La Guardia, Iguembe, San Martin, Okinawa, Rodeo, Pilar, El Remate, Nuevo Horizonte y Puerto Grether.El decreto 0676 adjudica a la petrolera estatal más de 690 mil hectáreas al interior del parque nacional Madidi; al menos 154 mil hectáreas divididas en cuatro bloques en el área de manejo integrado de Aguaragüe; 100 mil hectáreas en el área de manejo integrado de Iñao, y más de 723 mil hectáreas en el parque nacional y territorio indígena Isiboro Sécure. Bolivia se abre a la inversión privada. El decreto 0676 cita varios preceptos de la Constitución Política del Estado (CPE) y otras normas legales en vigencia para justificar la intervención del Estado en áreas protegidas y territorios indígenas, como por ejemplo el Artículo 356 de la CPE, según el cual “las actividades de exploración, explotación, refinación, industrialización, transporte y comercialización de los recursos naturales no renovables tendrán el carácter de necesidad estatal y utilidad pública”. También hace referencia al Artículo 360 de la CPE (el Estado definirá la política de hidrocarburos, promoverá su desarrollo integral, sustentable y equitativo, y garantizará la soberanía energética); y a los artículos 342, 348 y 385, que definen el carácter estratégico de los recursos naturales y la cualidad de bien común de las áreas protegidas.
Explotación petrolífera en Bolivia (fuente: oilwatch)

Además, el decreto cita los Artículos 32, 132 y 133 de la Ley de Hidrocarburos 3058 que autorizan excepcionalmente actividades hidrocarburíferas en áreas protegidas cuando los estudios respectivos determinen su viabilidad.

El decreto 0676 autoriza la suscripción de Contratos de Servicios Petroleros entre YPFB y otras empresas petroleras nacionales y/o extranjeras, y la conformación de Sociedades Anónimas Mixtas.

La norma se apoya en el Artículo 34 de la Ley 3058, según el cual se reservarán áreas de interés hidrocarburífero tanto en zonas tradicionales como no tradicionales a favor de YPFB para que desarrolle actividades de exploración y explotación por sí misma o en asociación con empresas privadas.

El Decreto Supremo 29130 del 13 de mayo de 2007 dispone la reserva y adjudicación de 33 áreas de interés hidrocarburífero a favor de YPFB y establece los mecanismos de asociación a ser aplicados para que desarrolle actividades de exploración y explotación por sí misma o asociada con inversionistas privados.

El Decreto Supremo 29226 del 9 de agosto de 2007 instruye incorporar nuevas áreas de interés hidrocarburífero en función a la existencia de estructuras prospectables y la gran cantidad de información que se cuenta en cada uno de las áreas seleccionadas.

Según YPFB Corporación, con la aprobación del decreto 0676, “en el país habrá una nueva corriente exploratoria; por tanto,YPFB tiene que entablar conversaciones con muchas empresas porque la finalidad de la exploración significará el descubrimiento de nuevas reservas de hidrocarburos para el país”.

YPFB prepara información técnica para atraer inversiones privadas y asociarse con empresas petroleras extranjeras mediante contratos de servicio.

Por otro lado, el decreto 0676 recuerda que es responsabilidad fundamental del Estado preservar, desarrollar, proteger y difundir las culturas existentes en el país (Artículo 98 de la Constitución) y exige “emplear tecnologías adecuadas que permitan mitigar los impactos socio-ambientales y culturales” en las áreas que se encuentran en Áreas Protegidas, en cumplimiento de los Artículos 32, 132 y 133 de la Ley de Hidrocarburos 3058.

Finalmente, el decreto reconoce el derecho de las naciones y pueblos indígena originario campesinos a ser consultados mediante procedimientos apropiados cuando se pretenda desarrollar cualquier actividad hidrocarburífera en sus territorios, en cumplimiento del Artículo 30 del de la CPE y de los Artículos 114 y 115 de la Ley 3058.

Fuente: BOLPRESS

jueves, 21 de octubre de 2010

EL CASO DE LA CARRETERA DEL TIPNIS

Por Luis F. Pacheco*

El pasado 4 de octubre de 2010, fue una fecha hito para el Instituto de Ecología y la Carrera de Biología, que junto con su Centro de Estudiantes, organizaron y llevaron a buen término un evento de discusión sobre el tema de la construcción de la carretera que atravesará el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).
Niños de la Comunidad de San Benito en el TIPNIS

Como el evento fue convocado por el sector académico de la sociedad (instancias de la UMSA), tuvo un carácter fuertemente académico. Cualquiera pensaría que el tema central fue la defensa del TIPNIS como área protegida, en virtud a su enorme riqueza biológica, dado el sesgo natural y orgullosamente llevado por l@s biólog@s; pero no, el evento fue muy balanceado. Se comenzó con una exposición sobre los aspectos culturales a ser impactados, que estuvo a cargo de Elizabeth Huanca, quien luego cedió la palabra al Presidente de la Subcentral Indígena del TIPNIS, Don Adolfo Moye Rosendi. Estas dos exposiciones fueron contundentes en señalar, por un lado, las preocupaciones de tipo académico sobre el impacto cultural de la carretera y, por el otro, el punto de vista de vivencia y vida misma, que con la exposición de Don Adolfo nos llevó a preguntarnos si la nueva CPE realmente es un marco de apoyo a los pueblos indígenas o simplemente un nuevo papel que pisotear.

Con estos dos temas en el tapete, debería ser suficiente para que el país decline su propuesta de abrir una carretera a través del TIPNIS, pero como vivimos en este mundo (basado en otros criterios, principalmente económicos), era necesario escuchar otras dos visiones del asunto: el tema ambiental fue tratado por James Aparicio (biólogo) y el tema económico por Lía Peñarrieta (Ing. Civil). Ninguna sorpresa en el tema ambiental, los impactos serán devastadores sobre una de las áreas de diversidad biológica más ricas de Bolivia. Sin embargo, “los pajaritos, plantitas y caimanes” no son normalmente el plato fuerte en estas discusiones. El tema central suele ser el desarrollo económico de las regiones y los caminos, en un país como Bolivia, suelen ser sinónimo de ese tipo de desarrollo. La exposición de Lía Peñarrieta tiró por el suelo las expectativas de todo el mundo en relación a que el camino significaría un beneficio económico para el país. El análisis económico (con nivel de tesis de maestría) muestra (no sugiere, muestra) que EL PAÍS PERDERÍA DINERO con este camino. ¿Cómo? ¿Qué un camino significaría mayor costo que beneficio ECONÓMICO? Sí, Bolivia está por invertir más de 100 millones y lograr un “beneficio económico” cercano el 50% de esa inversión; es decir, NI SIQUIERA RECUPERARÍAMOS LO INVERTIDO. Peor aún, estos cálculos se hicieron con estimaciones del costo de la carretera “en libros”, pero se reveló también que el contrato a firmarse estaría dos veces por encima del costo estimado para la carretera; es decir, sin entrar en acusaciones, la pérdida económica para Bolivia sería mucho mayor al 100% o incluso al 200% del costo de inversión…

Yo no soy matemático (apenas hago algo de aritmética), pero estoy seguro que usted concluyó con el mismo ejercicio:

Beneficios de la carretera = Beneficios económicos + Beneficios sociales + Beneficios ambientales - Inversión

La decisión, así planteada, debería considerar al menos esos cuatro aspectos. Las exposiciones académicas (es decir, basadas en el conocimiento más aceptado por la sociedad, el universitario) demostraron ayer que todos (SÍ, TODOS) los factores considerados resultan en un costo mayor al beneficio. Así planteadas las cosas, la ecuación queda:

Beneficios de la carretera = -Inversión – Mayores costos económicos (para el país) – Impactos sobre biodiversidad – Impactos socio-culturales

¿Qué parte del resultado de este ejercicio resulta tan complicado? Está claro que es posible que nos hayamos olvidado de algún factor…. ¿Cuál será? Yo imagino que quienes están promoviendo e insistiendo tanto en que esa carretera se haga deben tener la resupuesta para que el análisis beneficios/costos es positivo.

Por otra parte, las personas que viven actualmente en el TIPNIS, que son parte de los pueblos indígenas a los que la Nueva Constitución Política de Estado les otroga derechos, garantias e incluso autonomías, que tiene títulos de propiedad colectiva sobre ese territorio (TCO) desde hace mucho tiempo, otorgados por el mismo Estado boliviano, NO QUIERE EL CAMINO por medio de sus tierras.

En serio! Esa gente, los legítimos dueños de esas tierras, no desean el camino pues están seguros que el mismo les traerá dolor y muerte. Ellos (y ellas, claro) temen porque su cultura está basada en la vida tal como la viven ahora, sin camino. El camino traerá más gente, la mayoría de la cual no sabe (ni le interesa) manejar el ambiente de la forma que lo hacen los actuales vivientes. Es decir, será, según palabras de Don Adolfo, el fin de su cultura en el TIPNIS. Pero, ¿es que no se les consultó antes de planificar y trazar el camino? No dice la nueva CPE que esto es imprescindible? Sí, lo dice, pero tal parece que los primeros en pisotear la nueva CPE serán sus propios promotores. No sólo eso, también serán los primeros pisoteadores de la voluntad de un pueblo indígena, al cual dicen defender…

Y no, no es que los indígenas del TIPNIS no sepan de los grandes beneficios que traerá la carretera. Ya vimos arriba que NO HAY BENEFICIOS, NI SIQUIERA ECONÓMICOS para ellos, ni para el país. Al contrario, será una mala (pésima) inversión de nuestros recursos y, peor aún, para aniquilar las esperanzas de un pueblo de alcanzar ese tipo de desarrollo que los discursos insisten en defender como el Vivir Bien. ¿Cuándo entonces veremos el Vivir Bien? A este paso… NUNCA!

* El autor es biólogo e investigador boliviano

miércoles, 13 de octubre de 2010

FORO POR EL TIPNIS EN LA UMSA: ¡LA CARRETERA NO VA!

Foro “IMPACTOS Y PERSPECTIVAS DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA CARRETERA EN EL TERRITORIO INDÍGENA Y PARQUE NACIONAL ISIBORO SECURE (TIPNIS)”


El lunes 4 de octubre de 2010, la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) -a través del Instituto de Ecología, la Carrera de Biología y el Centro de Estudiantes de Biología- organizó el foro “IMPACTOS Y PERSPECTIVAS DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA CARRETERA EN EL TERRITORIO INDÍGENA Y PARQUE NACIONAL ISIBORO SECURE (TIPNIS)”. Dicho evento se llevó a cabo en el Paraninfo de la Universidad Mayor de San Andrés.

EL ROL DE LA UNIVERSIDAD EN LA TOMA DE DECISIONES

Realzaron el acto distintas autoridades que en el protocolo de inauguración manifestaron la importancia de la Universidad como un vehículo que pone las bases estudiosas y promueve la reflexión en distintos temas.

El Univ. Bruno Miranda, secretario ejecutivo del Centro de Estudiantes de Biología de la UMSA, ratificó el compromiso estudiantil de no quedar indiferentes ante la pretendida construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos que destruiría el Isiboro Sécure. Contó que esta iniciativa de defender el Isiboro Sécure surgió de una Asamblea Estudiantil y que, en una primera instancia, ya se plasmaba en el foro.

La Lic. Esther Valenzuela Celis, directora de la Carrera de Biología, indicó que la carrera de Biología no quería quedar indiferente ante la realidad del Isiboro Sécure y fue explícita al manifestar que la carrera de Biología “tiene la obligación de mostrar todos los efectos negativos que atraería la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos”. Afirmó que los biólogos no pueden estar ausentes y deben contribuir con estudios sobre el TIPNIS. Lamentó que no haya habido respuesta de autoridades de Gobierno a la invitación para participar en estas instancias de de encuentro y diálogo.

Autoridades de la UMSA
La Lic. María Cristina Ruiz, directora del Instituto de Ecología, después de mostrar la necesidad de estar informados y sensibilizar a la comunidad acerca de temas como el del TIPNIS, afirmó que “el Gobierno debe tomar en cuenta estos eventos para trabajar consensos”.

El Mgr. Franz Cuevas Quiroz, Decano de la Facultad de Ciencias Puras y Naturales, indicó que “a veces los políticos deciden por decidir, hay que dar la línea de una manera científica”. Realzó la importancia de tomar en cuenta y garantizar estudios serios antes de decidir emprender una obra que pueda afectar espacios patrimoniales. En ese sentido, manifestó la preocupación de la Universidad por estos temas y de ahí la necesidad de abrir espacios, como los foros, para sustentar científicamente los debates y se puedan definir correctamente muchos proyectos.
LAS EXPOSICIONES

Ing. Lía Peñarrieta Venegas

La construcción de la carretera

La Ing. Lía Peñarrieta realizó un diagnóstico y proyectó los posibles impactos y efectos generados por la construcción de la carretera VT-SIM. Compartió una dedicada investigación que determinó si es o no factible la construcción de la carretera mediante el análisis costo-beneficio del proyecto.

En una primera instancia, Peñarrieta describió algunos de los impactos negativos potenciales en la construcción de la carretera dentro del TIPNIS e hizo particular énfasis en el agua:


Ing. Lía Peñarrieta

-cambio de cursos de agua;


-cambio usos de agua;

-afectación a drenajes naturales;

-cruza por una zona núcleo;

- deforestación;

-pérdida y disminución de la biodiversidad.

A todo ello, se añadieron los impactos a nivel social y económico:

-colonización;

- avasallamiento de tierras;

- influencia negativa en la identidad de los pueblos mojeños, chimanes y yurakarés.

En una segunda parte, la Ing. Peñarrieta compartió el proceso y los resultados de su investigación. Analizó a partir de datos técnicos la factibilidad económica de la carretera. Entre los factores tomados en cuenta (en otra óptica de análisis también se manejaron datos sobre adjudicación, costos de inversión, mantenimiento y construcción) citó los siguientes:

- reducción de costos de transporte;

- ahorro de tiempo;

-disminución de accidentes;

- desencadenamiento de actividades comerciales, industriales, turísticas;

- ingresos derivados de la mayor valoración predial debido al proyecto.

Después de varios análisis y cálculos, se llegó a las cifras del Valor Actual Neto (VAN) que alcanzaron la negatividad de menos (-) 44,84 millones de dólares. Manejando algunas hipótesis, se señala que para que la propuesta fuese viable económicamente debería existir un incremento en el tráfico de hasta 350 vehículos por día. Peñarrieta afirmó que, en los cálculos, se tomó un costo base de la carretera en 120 millones de dólares, lo cual dista bastante del costo adjudicado (415 millones de dólares). A esto, si se sumarían los costos ambientales, no incluidos, los resultados económicos alcanzarían una altamente y mayor cifra negativa.

Peñarrieta declara a partir de los resultados de su investigación que “la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos no es viable económicamente”.

Lic. James Aparicio

Tipnis megadiverso

Lic. James Aparicio

James Aparicio ratificó con datos la incontable riqueza biológica del TIPNIS. Sin embargo, recalcó que faltan todavía muchos estudios ya que existen muchas especies de plantas y animales no clasificados.
Por otro lado, enumeró la existencia de aves, reptiles, anfibios, mamíferos, peces e insectos valiosos para la conservación. A su vez, señaló el peligro de extinción que corren varias especies y que con la carretera se condenaría a su total desaparición. El mismo fenómeno fue descrito en la riqueza de árboles, plantas y flores endémicas.

Adelantó algunos riesgos y ratificó que la “carretera traerá serios trastornos”:

- Es un área protegida donde peligran los manchones de manera fina que quedan.
- Caza y pesca descontrolada.
- Las actividades antrópicas causarán desequilibrio en los hábitos de la fauna y fauna.

Elizabeth Huanca

Factores socioculturales en el TIPNIS

La Lic. Elizabeth Huanca hizo una aproximación social y cultural sobre el pensamiento de las culturas mojeñas, chimanes y yurakarés. A su vez, describió y consigno algunos datos que pudiesen responder a las dudas que se abren en el debate acerca del desarrollo. Contrapuso las posiciones e intereres frente a la carretera de los pueblos indígenas, del Gobierno, del SERNAP (Servicio Nacional de Áreas Protegidas) y de la comunidad civil.

Qué dicen los Pueblos indígenas: “No se respeta la cultura y los derechos, no respeta la cosmovisión”.

Qué dice el Gobierno: “La carretera trae desarrollo y vinculación”.

Qué dice el SERNAP: “Se debe cumplir con la norma para conservar el patrimonio natural y cultural”.

Qué dice la Sociedad Civil: Los intereses particulares están en función de cada actor.

Particularizó la postura de los habitantes del TIPNIS que en 80% aproximadamente piensa que la carretera no les beneficiaría.

Describió los espacios de organización indígena como el chaco y la vivienda, además, describió cómo se desarrolla el espacio de caza, recolección y pesca.

Dentro de las culturas del TIPNIS se ratifica una lógica de propiedad colectiva. A partir de ello, el territorio tiene como dueño a los “jichis y el amo del monte” que, a su vez, son los que protegen todo, por eso no hay que dañar la selva y la tierra.

El bosque no tiene valoración únicamente monetaria, el bosque es parte de la vida y muerte. Con el bosque se sobrevive y en él se muere.

Elizabeth Huanca ratifica que el uso tradicional de recursos del bosque y de los ríos por los pueblos mojeño, yuracaré y chimán que habitan el TIPNIS ha sido y es la base de su subsistencia, económica, política y social.

Adolfo Moye

Adolfo Moye, presidente Subcentral TIPNIS
Adolfo Moye es el presidente y máximo representante de la Subcentral TIPNIS. Moye ratificó el “rechazo innegociable a la construcción de la Carretera”. A su vez recalcó que ninguna autoridad del Gobierno se acercó a la organización Subcentral TIPNIS para hablar sobre el tema.

La construcción de la carretera por la zona núcleo del TIPNIS equivaldría a la destrucción del paraíso, la loma santa. Recordó que nadie se opone a las carreteras y que el Gobierno debe hacer estudios y otras alternativas de trazo más factibles por fuera del TIPNIS.

La forma de vida de los pueblos indígenas cuida la loma santa (madre tierra), que es un espacio que no solo brinda oportunidad de vida a los pueblos indígenas, sino, actúa como un pulmón importante para Bolivia. Moye citó algunos de los derechos que les otorga la Constitución:

-Derecho territorial – Evo Morales otorgó el título ejecutorial del Territorio-

-Derecho a la consulta.

-Derecho a ejercer nuestras formas de vida.

-Reconocimiento como pueblos y naciones indígenas.

-Derecho a la vida, como cualquier ciudadano boliviano.

Adolfo Moye habló sobre las consecuencias negativas para el TIPNIS con la carretera: “deforestación y colonización, avasallamiento y coca ilegal, destrucción de nuestra casa, destrucción de la cultura, de la flora, de la fauna, de los ríos…”

Describió la fortaleza de los habitantes del TIPNIS y denunció que antes de nada ya tienen que enfrentar a algunos grupos de colonizadores depredadores que están promoviendo invasiones ilegales en la parte sur y norte del TIPNIS. Recordó que ya se cumplió un año (septiembre 2009) cuando los valientes habitantes del TIPNIS desalojaron a colonizadores que causaron destrucción en la zona sur del parque. Lamentó que el Gobierno, a pesar de sus compromisos, no haya hecho y no haga nada para desalojar a los invasores y para erradicar la coca ilegal.


Miembros de la Campaña por el TIPNIS, junto a Adolfo Moye
 Finalmente, reflexionó: “¿Qué hacemos?, ¿cómo hacer respetar nuestros derechos?, ¿cómo evitar que desaparezcan los moxeños, yuracares y chimanes?, ¿cómo evitar el etnocidio?”

Adolfo Moye afirmó que “respetar los derechos de los pueblos es respetar a la Madre Tierra, es respetar la vida”. Terminó con el mandato enfático de sus bases chimanes, mojeñas y yurakarés: “¡LA CARRETERA NO VA!”




martes, 12 de octubre de 2010

Lamentos por el Isiboro Sécure

Por Winston Estremadoiro

Me angustió una Mojeña Trinitaria, no oriunda de la capital del Beni, sino de una de las treinta y tantas naciones indígenas que reconoce la Constitución vigente. Una de tres –las otras son la Yuracaré y la Chimán- que moran en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS).
En una entrevista televisiva la dama era portavoz de manifestantes en la plaza principal de Cochabamba, protestando en contra de la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, que divide en dos el territorio protegido del TIPNIS.

El Isiboro-Sécure es parte importante del cinturón prodigioso de naturaleza que abarca desde el Parque Manú en el Perú –donde en vez de cocaleros entran centenas de deslumbrados turistas- hasta el Parque Amboró en Santa Cruz –ejemplo de que la conservación y el turismo no están reñidos, sino que se complementan cuando son los nativos los que los manejan y protegen. Entre esos dos extremos están el Parque Madidi, y los Parques Isiboro-Sécure y Carrasco. Aunque no pongo mis manos al fuego de que el primero sea inmune, los dos últimos sufren un mal común: el asedio de cocaleros en la región conocida como Chapare, que abarca territorios de tres provincias cochabambinas: Chapare, Tiraque y Carrasco.
¡Qué puede importar la preservación de la selva a gente de minifundios altiplánicos o de yermos mineros! Se empieza a ganar dinero vendiendo a tronqueros sin control centenarios árboles de maderas preciosas –urupí, ochoó, piraquina, tajibo, mara, verdolago–. Después de quemas asesinas viene el cultivo de la coca, aún más lucrativo si se convierte en cocaína. No inquietan el sueño especies amenazadas como la nutria gigante, el mono araña, el ocelote, el jaguar, el peji o armadillo gigante, el tapir, los pecaríes labiado y de collar, el ciervo de los pantanos. Qué cuernos importa si desaparecen vulnerables jucumaris, lobitos de río, londras, marimonos, osos bandera, manechis, tapires, chanchos de tropa, delfines de río, lagartos, caimanes negros, tortugas terrestres, iguanas, serpientes pucarara, yoperojobobo y coral.
Triste sino el de los Mojeños. Herederos de la cultura que en siglos pretéritos domara con su civilización hidráulica el ciclo maldito de inundación y sequía en los llanos benianos, primero fueron asentados en poblaciones jesuíticas de laboriosos hábitos e imponentes iglesias, creando prácticas culturales mestizas, como la danza de los Macheteros, y dando rienda suelta al talento musical que hoy se luce en el exterior con orquestas y coros del barroco, también mestizo. Después de las utopías misionales y la expulsión de los Jesuitas, fueron presa de los ganaderos que iniciaron la cultura bovina en el Beni. Desterrados de sus tierras ancestrales, grupos de ellos se dieron a peregrinar en busca de la Loma Santa, la tierra sin mal, mito que se repite en inermes grupos amerindios que han sido sometidos a atropellos sin nombre.
Ahora se encuentran como prensados en un cascanueces, aprisionados entre ganaderos y cocaleros. Han corcoveado: hace un año se enfrentaron a cocaleros invasores del parque, con el resultado de un muerto y tres heridos. El Ministro de Gobierno de entonces parloteó que no puede haber cultivos de coca en parques nacionales, amenazó erradicar cultivos ilegales y desalojar a los invasores del TIPNIS. Puro papo. Recientemente se asentaron más de 130 familias cocaleras procedentes de Caranavi, según la denuncia del presidente de la subcentral indígena del TIPNIS.
La madre del cordero es la carretera más cara del país: 306 km por más de $400 millones de dólares, de Villa Tunari a San Ignacio de Moxos. Fue contratada con licitación sospechosa de ser cocinada para un solo proponente, sin estudio de impacto ambiental y sin previsiones para salvaguardar el TIPNIS, al que atraviesa como lanzazo que penetra abajito del esternón y sale perforando un pulmón.
Aparte de destruir un patrimonio natural del país, la carretera y los asentamientos ilegales de cocaleros atropellan sitios sagrados, reclamaba la representante indígena.
Recordé lo que les pasó a los indios Sioux en el noroeste estadounidense. Las montañas de Paha Sapa (Black Hills en inglés), consideradas como lugar sagrado para ellos, fueron postrer despojo de colonos blancos en proceso de robar las tierras indígenas. Cámbiense colonos blancos por cocaleros, Paha Sapa por Isiboro-Sécure y Sioux por Trinitarios y se repite una triste historia.
¿No gobierna en Bolivia el paladín de la defensa de la Madre Tierra, que acaba de enviar cartas a los indígenas del mundo clamando por “Planeta Tierra o muerte”?, dirá algún gringo engrupido por la retórica del Presidente, quien también oficia de mandamás de la federación de cocaleros del Chapare, tal vez con mayor celo.
¿Acaso la posibilidad de consulta respecto a políticas estatales que les afecten, incluida la explotación de recursos naturales en su territorio, no es uno de los derechos de mayor importancia que la Constitución otorga a los pueblos indígenas originarios?, argüirá un cacique mayor.
¿No está inserta la subsidiariedad en una chanfaina de atributos de la organización del Estado autonómico en la actual Constitución, y definida en los principios que rigen las entidades territoriales autónomas en la Ley Marco de Autonomías?, ponderará algún asesor español.
¿Es que la noción del “vivir bien”, modelito “pachamamista” que ahora se quiere exportar, no vale para los indígenas de las tierras bajas de Bolivia?, reclamará un encandilado escandinavo.